En el marco de los preparativos para nuestro Camporee de Conquistadores de la Unión Mexicana del Sureste, Herederos de Promesas, se reunió el comité organizador los días 19 y 20 de Enero de 2020, en el Campamento las Brisas, lugar en donde se realizará nuestro magno evento.
El comité es integrado por la Administración de la Unión Mexicana del Sureste, los directores de cada departamento de la Unión, los presidentes de los campos locales, departamentales de jóvenes de cada campo y personal de oficina de la Unión.
La apertura de la sesión fue a través de la reflexión bíblica de parte de nuestro presidente de la unión Ptr. Isaías Espinoza, el destaco la importancia de la educación moral de los hijos y el trabajo de los padres para la edificación del carácter.
En el lugar, se revisaron las comisiones de cada uno de los integrantes y se delegaron cargos para el cumplimiento de cada una de las funciones.
Se evaluaron los avances que se tiene en materia de diseño de la plataforma, así como la distribución de los espacios de acampar que recibirá cada campo local para el acomodo de sus delegaciones. Aunado a esto, se abordaron y resolvieron problemas que tienen que ver con el acomodo de los cerca de 8000 acampantes, que se traduce en cerca de 300 clubes y cerca de 185 autobuses en el que viajaran nuestros conquistadores
A los integrantes del comité se les dio un recorrido por cada una de las áreas del campamento. Primero se revisaron las áreas de natación y en las que se realizarán los eventos acuáticos. En ellas, se están preparando accesos fáciles y seguros a la laguna, así como un muelle sobre la laguna y se están tomando todas las medidas de seguridad para que las chicas y chicos puedan disfrutar de esta maravilla de la naturaleza que Dios nos ha dado.
El recorrido llevó al comité al área en donde tendrá lugar los eventos principales del campamento, como es el auditorio para la inauguración, devocionales, premiación y clausura. El lugar es una amplia planicie perfectamente empastada en la que los chicos podrán disfrutar del programa, temas y sorpresas que se han preparado para ellos.
Se revisaron la logística de las áreas de acampar y los avances en la preparación de espacios para los servicios sanitarios. Se prevén suficientes baños y regaderas para la atención de los asistentes, así como los servicios de electrificación y agua potable.
La reunión se cerró el día lunes con el compromiso de cada una de las comisiones para que puedan dar el mejor esfuerzo en el cumplimento de sus responsabilidades, para que este evento pueda ser de bendición a nuestros menores y para la gloria de Dios.
Sin duda alguna será un reto, pero con la ayuda y dirección de Dios estamos preparados y se están haciendo todos los preparativos para que este Camporee supere toda expectativa y quede marque la vida de cada conquistador con gratos recuerdos para que todos juntos proclamemos que somos Herederos de Promesas.
El Camporee se celebrará del 16 – 19 de Abril de este año en las instalaciones del campamento las. Brisas, Bacalar Quintana Roo, el lugar pertenece a la Iglesia en la Misión Sur de Quintana Roo, allí se reuniran los conquistadores de los siete campos locales de los cuatro estados que conforman la unión.
16 de Diciembre de 2019 | Jeréz, Zacatecas, México | Verenise Fernández Sesma
Algunos sinónimos de la palabra reconstrucción son: reedificación, restauración, reparación, arreglo, restablecimiento. ¿En qué circunstancias podemos encontrarnos para necesitar reedificar, restaurar, reparar, arreglar o restablecer? Después de sufrir un desastre natural como terremoto o inundación (hablando sólo de pérdidas materiales) inmediatamente comienza la evaluación de los daños, mismos que pueden ascender a miles de millones de pesos o dólares, según sea el caso. Organizaciones no gubernamentales entran en acción para auxiliar a las familias afectadas y las personas acuden al gobierno en espera de apoyo para la reconstrucción de sus viviendas.
Cuando la destrucción llega por un tsunami de palabras ofensivas, por un terremoto de golpes y abusos que se ocultan bajo un maquillaje, lentes oscuros, una hermosa mascada en el cuello o bajo las mangas largas de una blusa o camisa. Cuando una vida se encuentra edificada sobre los cimientos del consumo y abuso de alimentos y bebidas dañinos, del alcohol o drogas. ¿Cómo puede haber reedificación, restauración, reparación, arreglo o restablecimiento?
Hace poco, mientras a mi esposo le boleaban sus zapatos en la plaza del pueblo, tuve la oportunidad de conversar con don Diego, un hombre de aproximadamente 70 años, quien, por sus facciones pude notar que fue un joven bien parecido en sus tiempos mozos, no obstante, ahora se veía ajado y estropeado por los años, la falta de arreglo personal y también por la inflamación que el consumo desmedido de alcohol le está provocando. Cuando me senté a su lado realmente no me di cuenta que estaba alcoholizado (tal vez si lo hubiera sabido no lo habría hecho). Don Diego comenzó la conversación diciendo que él no era así, tenía esposa e hijos; cuando era joven no tomaba, se iba a trabajar a los Estados Unidos para poder tener más recursos y así pudo hacer su casa y sacar adelante a su familia, pero hasta ahora de viejo le había dado por la “tomada”. Vivía en un rancho de la sierra, mas, a causa del alcoholismo se vino al pueblo y, para ganar dinero, ayuda a tirar las basuras de los negocios, a limpiar mesas en un restaurante y hace “mandados” para que le den de comer. Me dijo también que su esposa estaba enojada con él y que si fuera mujer también estuviera enojada, pues, ella lo perdonó en muchas ocasiones, hasta que un día dijo “¡no más!”. De alguna forma Don Diego está consciente de su responsabilidad por esta situación y mientras platicaba, sus ojos brillaban, no de felicidad sino por las lágrimas que estaba conteniendo. Tuve la oportunidad de darle palabras de ánimo, le dije que, si realmente quería, podía dejar de tomar, pero que no lo podría hacer solo, que le pidiera ayuda a Dios. Le repetí las palabras de Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y justo en ese momento pasó y se detuvo un amigo de don Diego y señalando con su dedo índice hacia arriba confirmó que así era, Dios le podía ayudar. Le recordé a don Diego que Dios lo ama y le dije mírese al espejo y repita: “Soy hijo de Dios, Él me ama y no me quiere ver así y yo tampoco me quiero ver así.” No he tenido la oportunidad de ver nuevamente a Don Diego sin embargo he orado por él pidiendo a Dios que le ayude a restaurar su vida. ¿Cómo se puede reconstruir una vida como la de don Diego y de tantas personas que han sido atrapadas por algún vicio?
La Biblia no registra si el hombre insensato que construyó sobre la arena (Mateo 7:26) tuvo la oportunidad de “reconstruir” sobre cimientos firmes, no obstante, estoy segura que don Diego y cada una de las personas que hemos sufrido algún tipo de derrumbe o destrucción tenemos la oportunidad de reconstruirnos y encontrar el apoyo necesario (en ocasiones de un profesional) acudiendo a nuestro Dios con un corazón sincero tal como lo hizo el rey David en el Salmo 51 (por favor léalo). Tal vez haya personas que han sido víctimas de las circunstancias o malos tratos de otros como lo fue María Magdalena quien a los pies de Jesús encontró refugio y una nueva vida. (Mateo 26:6-13, Lucas 10:39)
Elevemos nuestra voz en oración y tengamos la seguridad de que Dios inclinará su oído, nos escuchará y verá nuestras ruinas (Daniel 9:8) y tan pronto comencemos a hablar, dará respuesta a nuestro clamor porque tú y yo somos muy amados (Daniel 9:23). Y cuando tengamos nuevamente nuestras vidas reconstruidas en obediencia a Dios, Él nos dice: “Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto, daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado, como una corriente de agua. Reconstruirán las ruinas antiguas, reforzarán los cimientos antiguos, y los llamarán: “Reparadores de muros caídos”, “Reconstructores de casas en ruinas”. (Isaías 58:11-12 TLA)
21 de octubre de 2019 | Jeréz, Zacatecas, México | Verenise Fernández Sesma
¿Recuerdan la noticia del terremoto de Haití del 12 de enero de 2010? Recuerdo esta noticia muy bien pues mi corazón comenzó a latir aceleradamente y mis ojos se llenaron de lágrimas pensando en los amigos de los que nos habíamos despedido tan sólo seis meses antes, después de haber trabajado en ese país durante 4 años. Desafortunadamente algunos días después de esta terrible noticia, nos enteramos de la muerte de algunas de las personas que tuvimos el privilegio de conocer pues muchos edificios cayeron, se derrumbaron con el movimiento telúrico y ellos, y cientos de personas más murieron bajo el peso de los escombros.
Un terremoto o temblor puede causar el derrumbe de un edificio, pero este no es el único motivo por el cual podemos ver un edificio caer. Según un artículo de la BBC Mundo hay cinco razones por las que un edificio se derrumba sin que haya un sismo:
Los cimientos son muy débiles.
Los materiales no son resistentes.
Los trabajadores cometen errores.
La carga es más pesada.
La fortaleza no fue probada.
Al final del artículo, el autor menciona que “la corrupción está detrás de todo”.
En este punto debo decir que en algunas ocasiones me he sentido como un edificio derrumbado porque mis cimientos no han sido fortalecidos por la oración y el estudio de la palabra de Dios, simplemente dejé de ponerme la armadura de Dios (Efesios 6:10-18). He descuidado las avenidas del alma (mi sentido del gusto, olfato, tacto, vista, oído) permitiendo que materiales “no resistentes” sean parte de la construcción de mi vida: Alimentos que son agradables al paladar, pero aportan poca o nada de nutrición han debilitado mi cuerpo; he permitido que mis ojos vean programas de televisión, series o películas que no alimentan mi espíritu; he escuchado y hablado con verdadero placer chismes y comentarios negativos sin hacer el más mínimo intento por detener la avalancha de palabras pronunciadas con cierto dejo de morbo y malicia. He cometido muchos errores y de esta manera he lastimado a personas que amo. Cuando se han presentado “cargas pesadas” no he sido lo suficientemente fuerte para soportarlas y he caído en frustración, desesperación, culpabilidad y depresión por lo que al ser probada mi “fortaleza” esta ha obtenido una nota no aprobatoria. Cuando existe “corrupción espiritual”, indudablemente nos desplomaremos.
Como lo mencioné en el artículo anterior (Cimientos) “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los edificadores” (Salmo 127:1). Aquí está el secreto de una vida fuerte, resistente, llena de más victorias que errores, resistentes a las cargas pesadas. Veamos cómo podemos evitar que haya un derrumbe en nuestras vidas:
Hagamos como lo hizo el hombre prudente (sabio, sensato): construyamos sobre la roca. (Mateo 7:24) De esta manera evitaremos tener “cimientos débiles.”
Para obtener “materiales resistentes” sigamos el consejo del apóstol Pablo: Si pues coméis o bebéis o hacéis cualquier otra cosa hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios 10:31) Que los “materiales” que introducimos a nuestro cuerpo, por cualquier avenida, sean de la mejor calidad.
Para no cometer errores, busquemos la perfección como lo aconseja nuestro mejor ejemplo Jesús: seamos pues perfectos como nuestro padre que está en los cielos es perfecto. (Mateo 3:48)
Cuando se nos presenten “cargas pesadas” en forma de pruebas recordemos que: “A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.” (1 Corintios 10:13 RVC)
Si tenemos dudas de nuestra “fortaleza”, hagamos lo anterior y confiemos pues que Jehová es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. (Salmo 46:1-3)
Evidentemente, no somos edificios, mas somos hijos de Dios, y nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19); somos descendientes de Adán y Eva a quienes Dios creó perfectos, fuertes, resistentes, no cometió errores, les dio la responsabilidad de administrar el jardín del Edén (¡que no creo haya sido una carga muy pesada!) y la fortaleza de su Creador ya que fueron hechos a Su imagen. Pero pecaron y se “derrumbaron”. Todo lo que había sido hecho “bueno en gran manera”, con una mala decisión, se desmoronó.
¿Qué tipo de decisiones estamos tomando? Estas decisiones, ¿nos ayudan a estar tan firmes y bien cimentados como para NO desplomarnos?
Reflexionemos y tomemos decisiones sabias, tomados de la mano de Dios, que nos ayuden a evitar derrumbes en nuestras vidas.
25 de junio de 2019 | Yécora, Sonora, México | Verenise Fernández Sesma
¿Quién no ha tenido el gusto de hacer castillos, casas o figuras en la arena? Llegar a la playa con palita y balde en mano para jugar en la arena; buscar una lata o bote vacío para que sirviera de molde para construir castillos, hacer complejas carreteras o altas murallas. El tiempo pasa volando mientras trabajamos arduamente en la construcción del castillo, de pronto, sin percatarnos, la marea ha subido, enviando una ola que en cuestión de segundos desbarata y derrumba la obra, arrastrando la arena nuevamente al mar.
¿O has intentado alguna vez levantar un castillo de cartas (naipes)? ¡Yo sí! Fue muy divertido hacer el esfuerzo de colocar una carta sobre otra evitando a toda costa que alguien se acercara o hablara para evitar que el más imperceptible chiflón de aire tumbara la frágil construcción, que al fin y al cabo terminaba desplomándose al menor descuido.
¿Qué tienen en común estos dos tipos de “construcciones”? Ninguno de las dos tenía cimientos apropiados para resistir ni el agua ni el viento, por más insignificantes que estos fueran.
Precisamente en Mateo 7:24-27 Jesús concluye El Sermón del Monte hablando de cimientos con una parábola en la que compara a dos hombres que edificaron una casa. Puedo imaginarme a estos dos personajes construyendo con una gran ilusión sus casas: cada día ir hasta donde se encontraba el terreno elegido y, sudando bajo los calientes rayos del sol, trabajar hasta que ya los últimos destellos de luz se extinguen en el horizonte. Por fin llega el día en que terminan su gran obra y anuncian a sus respectivas familias que pronto se mudarán. Pero esa noche, justo antes de terminar de empacar la última caja, se desata una terrible tormenta que deja caer una lluvia torrencial y vientos furiosos azotan contra las puertas y ventanas. En cada uno de estos hombres hay expresiones diferentes: uno se muestra tranquilo y, sin preocupación alguna, ayuda a su esposa a sellar esa última caja; el otro, desea aparentar serenidad y trata de demostrar ecuanimidad, sin embargo, los músculos de su rostro dan evidencia de tensión y ansiedad. El primero, hombre prudente, construyó sobre la roca, un cimiento que dura para siempre. El segundo, hombre insensato, construyó sobre la arena, un material que aparentemente era fuerte pero que al llegar el agua de la tormenta pronto se desmorona, cayendo el edificio que con tanto esfuerzo construyó.
Los propósitos de los cimientos, según información encontrada en la página web About-haus.com, son:
El propósito de Jesús al decir: “a cualquiera que oye estas palabras y las practica…” es que al oír y poner en práctica cada uno de los principios que nos dejó en su Palabra, seamos hombres y mujeres prudentes, hombres y mujeres que sin importar que enfrentemos las tormentas más poderosas o los vientos más huracanados, seamos capaces de ser “suficientemente resistentes” para no rompernos, que podamos ser capaces de “soportar esfuerzos de flexión” al tener puesta la armadura de Dios (Efesios 6:13), podamos ser “flexibles” (dóciles, tolerantes, adaptables) a los cambios o ante las adversidades inesperadas contentándonos cualquiera sea nuestra situación (Filipenses 4:11) pues hemos echado nuestros cimientos sobre la Roca, que es Cristo.
El hecho de estudiar la Biblia, leer la matutina, contestar la lección cada día y asistir a los cultos durante la semana y los sábados, NO es garantía de cimientos firmes. ¿Estamos realmente poniendo en práctica lo que leemos? ¿Estamos sentados en la iglesia realmente “escuchando”? ¿Salimos de cada culto decididos a poner en práctica todo lo “oído”?
De acuerdo con un albañil con quien platiqué, los cimientos deben tener de 60 cm a un metro de profundidad, para casa de uno y dos pisos respectivamente. Si hasta ahora no hemos sido “prudentes” y nuestros “cimientos” no han sido probados o no son lo suficientemente profundos, es momento de permitir que Jehová edifique nuestra casa (Salmo 127:1) para que cuando vengan situaciones difíciles podamos mantenernos erguidos y firmes, seguros de que nuestros cimientos tienen la profundidad necesaria y están sobre nuestra roca y fortaleza (Salmo 31:3), Cristo Jesús.
¿Cuán profundos son tus cimientos?
16 de mayo de 2019 | Yécora, Sonora, México | Verenise Fernández Sesma
¿Te gusta viajar? Hay viajes que se hacen por placer o vacaciones, otros son de negocios, algunos se hacen por motivos familiares y desafortunadamente debo mencionar los que se hacen por alguna emergencia.
Tal vez haya personas que viajan demasiado, sea por motivos de negocios o trabajo y no les ilusiona; otros pueden estar ansiosos por viajar y desean tener un motivo para hacerlo.
Cuando planificamos un viaje debemos hacer ciertos preparativos, sobre todo si este viaje va a ser al extranjero: revisar costos, pasaporte, visa, boletos, itinerarios y la maleta con la ropa adecuada de acuerdo al motivo del viaje.
Me quiero concentrar en la preparación de la maleta, pues hay artículos que, de acuerdo a las normas internacionales del transporte, son prohibidos tanto en el equipaje de mano como en el documentado: objetos puntiagudos o punzo cortantes, cilindros de gas propano o butano. Las herramientas y armas de fuego están prohibidas en el equipaje de mano, sin embargo, pueden ir en el equipaje documentado y con la debida declaración de lo que lleva. Tanto los materiales explosivos e inflamables como las sustancias químicas o tóxicas como venenos, gases comprimidos, materiales radioactivos, spray paralizante, ácidos, quedan totalmente prohibidos. Y por supuesto tenemos un límite de peso de 10 kg para el equipaje de mano y 23 kg para el equipaje documentado.
En el evangelio de Juan, en el capítulo 14:1-3 (RVR 1995) se describe un viaje que haremos y que muchos estamos ansiosos por hacer: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis. ¿Acaso no te causa emoción pensar en este viaje? ¡Ya casi todo está listo! El pasaporte, la visa, el costo del viaje fue pagado cuando Dios envió a su hijo unigénito (Juan 3:16) a morir por nosotros en la cruz del Calvario, con la sangre de Jesús se pagó nuestro viaje a las moradas celestiales, sólo estamos esperando que vuelva para llevarnos, pero hay algo que nosotros debemos hacer: somos los responsables de organizar la maleta para ese viaje y lo único que debemos preparar para llevar es nuestro carácter. Elena G. White, en el libro Palabras de vida del gran Maestro, página 267, menciona claramente lo único que llevaremos al cielo: “Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.”
¿Acaso debemos revisar para saber si hemos empacado algunos “artículos prohibidos”?
Proverbios 6:16-19 (RVR 1995) nos menciona siete cosas que Dios abomina y que definitivamente deben quedar fuera de nuestro equipaje:
Los ojos altivos pueden ser como objetos puntiagudos que penetran y lastiman, ya que enaltecernos lleva a minimizar a las personas que nos rodean y de acuerdo al Comentario Bíblico Adventista “el enaltecido está excluido de las puertas de la vida”. Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos. (Salmos 138:6)
La lengua mentirosa, que habla falsedades y enciende rencillas entre hermanos puede ser como las sustancias químicas tóxicas y venenosas o como un explosivo que puede causar daños irreparables y encender fuegos (Santiago 3:5,6) que son difíciles de apagar. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y Redentor mío. (Salmo 19:14) Jesús nos dice: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6).
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8) Siguiendo el consejo del apostol Pablo evitaremos derramar sangre inocente, tener pensamientos inicuos y correr al mal, asemejándose todo esto a las armas de fuego que causan tanto muerte y dolor.
Estas siete cosas que Dios aborrece y abomina son sólo algunos “artículos prohibidos” e impiden que estemos preparados para hacer la maleta (¡además del “sobrepeso” que generan!) y realizar ese viaje tan esperado cuando Cristo cumpla su promesa de venir por nosotros. No permitamos que el orgullo, el egoísmo, el mal uso de nuestra lengua, los malos pensamientos nos controlen y contaminen de tal manera que manchemos nuestro carácter con aquellas cosas que Dios nuestro Señor abomina. El fruto del Espíritu llene nuestros corazones reflejando amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22,23) que nos harán hombres y mujeres aptos para morar en las mansiones celestiales.
Y tú, ¿Ya tienes lista tu maleta?